Descripción
9mm aborda de frente el suicido de un compañero de trabajo en las fuerzas de seguridad. Un tema tabú para nuestra cultura y tradición pero que en los últimos años ha ido incrementándose hasta cifras alarmantes, sobre todo en la población más joven. La palabra de Ángel humaniza y desnuda las experiencias de un agente de policía, sin prejuicios ideológicos ni propagandas manidas, con una mirada compasiva hacia el otro, hacia lo indefenso, hacia la víctima. Una poesía valiente y necesaria que topa, de lleno, con las múltiples realidades más incómodas. Un libro coral, fieramente tierno, que da voz a los sin voz, al amigo ausente, a aquellos a los que la sociedad, día a día, da la espalda porque nada importan.
Sobre el autor
Ángel Muñoz
(Madrid, 1977)
Licenciado en Historia del Arte por la Universidad Complutense. En la actualidad es policía en un municipio del sur de Madrid. Su último libro publicado fue Las cosas que conoces (Huerga y Fierro editores, 2015). Ha colaborado en diversos medios digitales y en papel con sus poemas. Aparece antologado en Puta poesía (Luces de Gálibo, 2010), Heterogéneos (Escalera, 2011), Nadando contracorriente (Escalera, 2011) y Voces del Extremo (Amargord, 2013). Fundó, junto a José Naveiras, el sello editorial de poesía independiente LVR[ediciones, ya extinto. De su persona y su poesía, la profesora y catedrática Marisol Sánchez Gómez dijo: «Grandes poemas y grandes verdades las de Ángel Muñoz, un poeta perro y romántico que ha venido afortunadamente para quedarse».
Poemas
¿Alguna unidad cerca de la calle Magnolia? Un individuo está dando voces en la vía pública y amenaza con clavarse un cuchillo. Han entrado varias llamadas del 112. Voy llamando al recurso sanitario por si fuera necesario.
dos hombres enfrentados
se miran a los ojos sin retarse
uno quiere entrar en la mirada del otro
pero este no permite
hace tiempo las abejas libaron su cerebro
por las puertas de un colegio próximo
salen en tropel los chiquillos
ajenos al acero y la piel
nadie ha querido pararse
y arrebatarme el cuchillo
o amputarme la mano
detiene el arma en alto
justo cuando un mirlo
decide abandonar su flauta y la escena
no hay espacio para el consuelo
aún así
él quiere aislar al pánico
«procura no arrimarte más al precipicio
es posible que cuando quieras retroceder
sea tarde para tus párpados
que cargados de futuro
no puedan llegar a verlo»
el espacio entre ambos
se convierte en una metáfora difícil de descifrar
donde no hay consuelo
y ojos ajenos
se suman a la escena sin nada que aportar
lo único que pido
es tu valor para arrebatarme
lo que puede acabar con mi aliento
no soy capaz
nadie está dispuesto
a soportar mi hartazgo
un largo telón
está a punto de acapararlo todo
jugando con el tiempo y las formas
«insisto
no dispongo de más herramientas
salvo el lenguaje y la piedad
tú solo no puedes mantenerte a flote
quédate en mi mirada»
de repente
un tercer hombre desata la tempestad
en medio de los otros dos
con unas esposas
evita la desgracia
interponiéndose
entre la locura de uno
y la desesperación del otro
no hay consuelo
el telón engulle todo
no sin antes
recibir un sonoro abucheo
de aquellos que nada tenían que aportar
los niños ya despejaron la calle
entonando canciones tristes
***
Llaman varios vecinos que están viendo, desde la terraza, a un varón joven golpeándose la cabeza contra algunos vehículos estacionados. Los hechos se están produciendo en la calle Pintor Julio Romero. Sangra abundantemente. La ambulancia está activada. Extremen la precaución. ¿Quién va?
todo el mundo desde su palco
asiste al monólogo del actor
que ha vaciado la calle
otro hombre se aproxima
y el intérprete
como si nada
sigue decorando con sangre
cada uno de los adoquines
que quedan a su espalda
una lagartija
rauda
se la juega entre las pisadas
huye
no del insufrible calor
sí tal vez
de esa letanía de súplicas
que el actor dirige
no se sabe muy bien a quién
él toma la iniciativa
«¿qué ganas con esto
cuando tantos ojos miran
y ninguna mano se ofrece?
¡para!
no sigas con tu derrumbe»
el sudor es un fiel compañero a estas horas
todo lo perla
y hace que la sangre brille
como una flor a punto de estallar en primavera
ambos mantienen la distancia
es difícil manejar cabezas
incapaces de soportar el pánico de lo cotidiano
he creído oportuno comportarme así
me obsesiona golpear las cabezas de otros
pero he empezado con la mía
que para eso está
y el actor sigue castigando carrocerías indefensas
él no puede cerrar los ojos
por seguridad
pero sobre todo por asombro y compasión
sirenas de ambulancias entran en escena
y no da tiempo a más
correas
camisa
más sinsentido
la lagartija mira apostada en una pared
mientras la sangre
que quedará como único vestigio de la actuación
se limpiará de una platea
a la que nadie quiso descender
no hay telón que caiga
ni aplausos
nadie dispuesto a celebrar
que antaño
el papel de aquel actor
pudo ser maravilloso
***
Acérquense al parque Julián Besteiro: Urbaser está retirando bolsas y demás enseres que un indigente ha acumulado. Este señor se resiste a que le tiren las cosas y se está enfrentando a los operarios.
no tengo más que mi tiempo
el aire que amenaza con tormenta
y trae un olor desdibujado
la falta de sorpresa diaria
empecinada en diferenciar mis días
por la hora a la que sale el sol
el amargo trago
antes de dormir
del cartón de vino
es todo lo que me queda
si os empeñáis en desnudarme
la máquina de Urbaser
se interpone
entre los policías y el indigente
acude en oleadas la compasión
hay órdenes difíciles de acatar
cuando la debilidad y la miseria
terminan sepultadas en cualquier vertedero
un perro pequeño y flaco
mueve la cola
echado entre cartones
arranca el motor del camión
y no hay armonía en su sonido
el indigente podría irrumpir en insultos y lágrimas
pero sigue con su circunloquio
serví a mi país en la legión
eso fue en otra vida
cuando sonreír no costaba nada
el perro no sabe
si buscar a su amo
o huir por miedo
se hace incómodo el bullicio infantil en el parque
cómo explicar a quien sonríe ajeno
que no está bien
desnudar al que ya está desnudo
que importa poco lo que suceda
cuando a nadie le importas
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